jueves, 11 de mayo de 2023

La Lulu "de Berlín": el mayor bodrio de Barenboim... pese a la dirección de Barenboim

Cuando en 2015 vi el DVD de la Lulu de Alban Berg dirigida por Daniel Barenboim, lo tuve bastante claro: este es el peor disco de toda la carrera del maestro, un bodrio monumental a pesar de que la dirección del de Buenos Aires es no solo magnifica, sino una de la más grandes que ha hecho en el campo de la ópera. Hoy he vuelto a ese DVD, y creo estar ya en condiciones de explicarme.

 

UNO: la “versión de Berlín”.

Al señor Barenboin no le termina de convencer la edición en tres actos de Friedrich Cerha. Ni a él, ni a nadie: es cierto que el acto de París deja mucho que desear. Ni corto ni perezoso, le encarga –y paga con dinero público– una nueva edición, la “Versión de Berlín”, a David Robert Coleman. Este hace un trabajo interesante con el final, es decir, con el acto de Londres, pero elimina de golpe y porrazo todo el acto de París, en lugar de intentar hacer algo con él: la estructura simétrica, piramidal concretamente –el vértice lo marcan los disparos de Lulu a Schön, aquí eliminados por la regie–, se pierde por el camino. Por si fuera poco, quita de en medio algunas de las pocas partes habladas de los dos actos que sí estaban completos. Y queda el colmo de la desvergüenza: suprimir el prólogo circense. Muy mal, rematadamente mal por Coleman, pero también por Barenboim, que es quien lo ha consentido siendo director de la Staatsoper y batuta de estas funciones que tuvieron lugar en abril de 2012.

DOS: la puesta en escena.

En su momento me pareció la peor que había visto en mi vida de cualquier título de ópera. Hoy ha sido desbancada por los Cuentos de Hoffmann de Christoph Marthaler en el Real. Por descontado, Andrea Breth hace gran teatro. Pero ese teatro no tiene nada, absolutamente nada que ver ni con el libreto ni con la música. Y esto es gravísimo, porque la partitura en todo momento está diseñada para describir una acción muy concreta. No es que Breth cambie las cosas o se dedique a la provocación. No. Sencillamente es que lo que se ve, lo que los personajes hacen, no guarda la mejor relación con la genial partitura que debería ser el centro del espectáculo. Culpable es Breth, pero el responsable último no es otro que Barenboim, un señor que a mi entender es el más grande intérprete musical del momento y uno de los más geniales de los últimos cien años, pero que tiene un gusto escénico deplorable. ¿Le recuerdan arropando a Emma Dante en La Scala tras aquella bochornosa, horrible Carmen? Pues eso.

TERCERO: dirección musical.

Lo dije arriba, abiertamente genial. A su amigo Pierre Boulez lo deja en mantillas: tiene toda la claridad del francés, todo su rigor constructivo y todo su exquisito gusto, como también casi toda su fuerza dramática –el final del segundo acto podría alcanzar mayor garra–. Y sobre eso añade una dosis muy superior de riqueza en el color, de sensualidad tímbrica, de plasticidad en el tratamiento de la orquesta, de vuelo lírico (¡importantísimo en Berg!) y de capacidad para crear atmósferas. La orquesta le responde a las mil maravillas, y en la pista DTS suena para caerse de espaldas.

CUATRO: cantantes.

Correcta Mojca Erdmann, voz poco interesante pero intérprete voluntariosa que va de menos a más a lo largo de la velada. Muy notables Michael Volle y Thomas Piffka. Nada sensual Deborah Polaski. Entre lo aceptable y lo muy bueno el resto.

Permítanme unas recomendaciones. A quien no haya escuchado nunca esta obra maestra absoluta, que se olvide de la versión en dos actos, que se vaya a la edición de Cerha en tres y que lo haga en la filmación dirigida por Andrew Davis, de muy alto nivel escénico y musical. Quien quiera profundizar, que escuche los magníficos tres compactos de Pierre Boulez –la versión con la escena de Chéreau, en YouTube, se ve muy mal–. Finalmente, si usted ama esta ópera y quiere conocer la dirección musical de referencia, escuche este DVD como yo lo he hecho esta tarde: con el televisor apagado y siguiendo los textos con una buena traducción al castellano.

2 comentarios:

Mireia P.B. dijo...

No es del tema. Y no tengo mas interés que compartir buenas noticias.
En una iglesia, bueno, en la Canónica de Santa Maria de Vilabertran, preciosidad románica del pueblo homónimo al ladito de Figueres, desde los tiempos de la mili con lanza, convocan la Schubertiada. Que no solo es Schubert.
El programa suele ser de relumbrón. Este año, por ejemplo, Andrè Schuen, Perianes, Matthias Goerne y Quartet Casals, uno detras de otro (24, 25, 26 y 27 de agosto).

Por la mañana hacer caso al poeta: "Dues coses hi ha que el mirar-les juntes me fa el cor més gran: la verdor dels pins, la blavor del mar."
Y al caer la tarde : música en Santa María. Si eso no es el Paraiso...!

ZGQosqoruna dijo...

La contundencia de tu "objetiva subjetividad" (tus gustos tan claramente definidos) es impresionante y, merced a ello es, por supuesto, es siempre muy informativa. Gracias Fernando!

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