domingo, 7 de mayo de 2023

Fidelio por Barenboim: choque de críticos

PS. Pongo aquí otra vez este texto porque había en el mismo un par de errores: una frase de Pérez Adrián ("Klemperer sin Klemperer") que incluí como si fuera de Carrascosa (aunque a la postre no alteraba para nada el conjunto), y fecha equivocada para ambas citas (puse mayo para las dos cuando en realidad son de marzo).

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Bicheando en la hemeroteca, he encontrado un caso verdaderamente extremo de controversia entre críticos: el Fidelio de Beethoven que grabó entre mayo y junio de 1999 Daniel Barenboim al frente de sus huestes de la Staatsoper para el sello Teldec. Y fíjense de que no se trata de cuestiones meramente estéticas, esto es, sujetas al gusto de cada uno, sino también técnicas.

Ángel Carrascosa escribía lo siguiente en Ritmo allá por marzo de 2018 (n.º 718).

“Con un minucioso análisis de la partitura (oímos texturas nuevas), un profundo sentido del color para la creación de atmósferas y estados de ánimo, Barenboim recrea con enorme pálpito el humanismo de Beethoven, sin desdeñar lo que tiene de conmovedora ingenuidad, de sincero idealismo (…), con una emoción que ni siquiera Furtwängler logró.”

“No tan sobrada en lo vocal como Ludwig (con Klemperer), Meier la aventaja en convicción y fuerza expresiva. Lo de Plácido no tiene explicación, uno de los papeles más imposibles que existen lo saca adelante a sus 58 años con una brillantez y una inteligencia únicas. Ideal el color vocal y la fiereza de Struckmann para Pizarro, inalcanzable el hipócrita Rocco de Pape (¡enorme cantante!), espléndida la Marcelirna lírica (no ligera) de Isokoski, prometedor tenor mozartiano Güra y poderoso y noble Youn.”

El mismo mes de marzo, Enrique Pérez Adrián realizaba afirmaciones bien distintas en Scherzo (n.º 142). Agárrense.

“Esta versión de Barenboim queda un tanto pálida, sin la adecuada progresión dramática y sin la necesaria realidad emocional: en la orquesta todo suena igual de monótono, tanto si hablamos de los primeros números (por cierto, sin pizca de humor), como de los últimos (la escena cumbre de la ópera, cuando Leonora se interpone entre Florestán y don Pizarro, dispuesto a asesinarle), puede parecer cualquier cosa menos esta impactante situación dramática. Tampoco hay excesivo nervio interior (lánguida y alicaída introducción orquestal al acto segundo), y la batuta no es ciertamente el colmo del refinamiento; la poca claridad de texturas, su tosquedad y rudeza, que frecuentemente se confunden con nuevos y revolucionarios enfoques, no facilitan para nada el fluir natural del discurso sonoro y narrativo. (…) El utópico canto a la justicia y a la libertad queda convertido aquí en un monótono oratorio recomendable solamente para incondicionales de los artistas que intervienen en esta grabación. Para entendernos, estamos ante un Klemperer sin Klemperer.”

“El reparto vocal es aceptable y solvente para lo que hoy se puede encontrar. El mejor es Plácido Domingo (…). La Meier está bien de voz (en ocasiones su emisión es algo forzada), pero resulta algo monocorde y plana en el aspecto expresivo. Discreto Struckmann, bien Pape y aceptable el resto. El coro no tiene la suficiente convicción en el final (…), y la orquesta es un buen conjunto sinfónico que sigue correcta y disciplinadamente a su director.”

Vámonos a Gramophone, reseña de Alan Blyth publicada en febrero de 2000 (he utilizado el traductor DeepL, pero realizando modificaciones que espero sean correctas).

“La interpretación de Barenboim, obviamente influida por la de Furtwängler, es en su mayor parte clara y perspicaz, demostrando una predecible comprensión del funcionamiento interno de la partitura, pero a veces parece demasiado deliberada, carente de impulso, especialmente en la sección final del primer acto (…). La ejecución de su Staatskapelle de Berlín, refinada en el detalle, impresionante en la vivacidad dramática, así como el canto del Coro de la Ópera Estatal, son las contribuciones más disfrutables al conjunto.”

“El enfoque de Meier es directo, casi agresivo. Interpreta el papel con sonidos a menudo crudos: uno se pregunta, ¿dónde ha ido a parar la calidez de la esposa salvadora? Aunque hay que admirar el intrépido ataque y la mordacidad dramática de su canto, como en 'Noch heute', no está a la altura de la Rysanek de Fricsay o la Nilsson de Maazel.”

En cuanto a Domingo, “es bueno escuchar al poderoso tenor abordar las frases familiares con tanta amplitud y seguridad, pero las emociones expresadas resultan genéricas, el tono muscular (…) Nada en esta lectura va realmente más allá de las notas excelentemente articuladas, y eso no basta.”

¿Quieren más? Pues vamos a Classics Today. Sí, los de David Hutwitz, aunque la reseña en este caso es de Robert Levine.

“La dirección de Barenboim es una gran baza: marca el ritmo con entusiasmo y dirige una historia tensa y emocionante, sin perder nunca de vista a sus cantantes.”

“El Rocco de René Pape es probablemente el mejor del disco; consigue exactamente la combinación correcta de tonto y villano y canta gloriosamente. Falk Struckmann nos convence de la podredumbre de Pizarro y también encuentra su camino en la difícil música. El Florestán de Plácido Domingo está bellamente cantado, a veces demasiado elegante, a la italiana, pero bien pensado (…)”.

“El verdadero punto negro aquí es la Leonore de Waltraud Meier. Se la llame como se la llame, suena como una mezzo de voz fea y estirada, y a pesar de su evidente inteligencia y sensibilidad hacia el texto, su voz desagradable y su afinación vacilante la dejan fuera de la competición.”

Qué quieren que les diga. Y vamos a por una valoración adicional, en este caso por ausencia: en su libro Beethoven: un retrato vienés –escrito en colaboración con Victoria Stapell–, Arturo Reverter solo encuentra dignas de consideración las grabaciones de Furtwängler 1950, Böhm 1955, Klemperer 1962 y Bernstein 1977.

He vuelto a escuchar hoy mismo el registro, así que aquí va opinión. Sensacional la orquesta dirigida con enorme plasticidad por un Barenboim que la hace sonar con un estilo netamente beethoveniano, oscuro y hondo, que la trata con muy apreciable depuración sonora y que canta las melodías con un humanismo verdaderamente conmovedor, aun siempre dentro de una línea “oratorial” en la que, efectivamente, se pueden echar de menos la picardía que demandan algunos números y el nervio dramático de otros.

Maravilloso Plácido Domingo, a pesar de su dicción y de que lo pasa mal en el último número. Muy bien Meier, solo eso: con lo muchísimo que me suele gustar esta cantante, la he encontrado tirante en los extremos de la tesitura y no del todo creíble en el personaje, aunque la sutileza con la que dice las cosas, la musicalidad y el estilo están ahí. Excelente Pape, regular Struckmann. Estupenda la parejita a cargo de Isokoski y Güra. Bien a secas Youn como Don Fernando.

Tendría que volver a escuchar la de grabación de Klemperer para decirles cuál de las dos me gusta más.

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