miércoles, 12 de octubre de 2022

La Grande por Petrenko y Blomstedt

La primera vez que escuché a Kirill Petrenko fue en directo: Rosenkavalier en Múnich en el verano de 2018. Notable el primer acto, magnífico el segundo y sublime el tercero. Luego vino un audio de Die soldaten: absolutamente sensacional. Pero cuando llegaron sus realizaciones al frente de la Filarmónica de Berlín, casi todo –hay excepciones– me ha parecido discreto, mediocre o abiertamente malo, no por la técnica, que en el caso del maestro ruso es excepcional, sino por las decisiones expresivas de su batuta.

El punto más bajo en mi desamor hacia Petrenko lo he alcanzado ayer mismo con La grande de Franz Schubert que ofreció el 27 de agosto de 2021. Esperaba una recreación ligerita en el peor de los sentidos. Ya saben, liviana y suavizada en la sonoridad, tímida en la expresión, ajena a las tensiones y a los claroscuros. Pues no, pero no por ello ha dejado de ser un espanto. Y es que en esta ocasión el titular de la formidable orquesta se ha decantado por el modelo “romanticismo feroz”. A saber: sonoridad masiva, decibelio a punta pala, agresividad injustificada, metales y percusión en primerísimo plano, detalles creativos poco convincentes y una dosis muy considerable de machaconería y mal gusto. La elegancia, el equilibrio clásico, la naturalidad en el trazo, la sensualidad, la poesía… Todo ha desaparecido en aras del numerito de cara a la galería.

El primer movimiento –tras introducción en exceso rápida– resulta particularmente horrible. ¡Qué vulgaridad la de este señor! El segundo es banal y alcanza un clímax mucho antes castrense que filosófico; al menos, no hay rastro de la blandura que podría esperarse. Musculado y enérgico el Scherzo, aunque también bastante banal. Tras soportar tantos desmanes, el Finale termina pareciendo una bendición por el brillantísimo trabajo de la orquesta y la energía con que lo lleva la batuta, aunque la sensación de ser un trabajo epidérmico permanece ahí hasta alcanzar una coda efectista a más no poder. El público, encantado.

Tres meses después del horror de Petrenko, un Herbert Blomstedt de noventa y cuatro años se ponía al frente de su antigua Orquesta del Gewandhaus de Leipzig para volver, él sí, a las más hondas raíces de la tradición centroeuropea. Se trata nada menos que de la formación que estrenó la partitura, pero la clave está en la labor de la batuta: aquí sí está la esencia de Schubert, su mezcla de elegancia y fuerza dramática, su lirismo agridulce, su efusividad controlada, su honda nobleza y su sentido en absoluto enfático de la grandeza. Todo ello servido con una realización técnica superlativa y con un gusto exquisito.

¿Cómo ya ocurría en su grabación en San Francisco para Decca de 1991, habría que añadir? No exactamente. Con independencia de que los mimbres sajones –su antigua grabación en Leipzig no la conozco– sean mucho más adecuados que los norteamericanos, el maestro ofrece ahora realización más depurada en lo sonoro, más flexible y más equilibrada. Puede no gustar que la introducción ahora la haga “alla breve”, es decir, casi tan rápida como el Allegro ma non troppo que viene a continuación, pero el propio maestro señala en la carpetilla que ahora usa la edición crítica de la partitura y no la manipulada por Brahms. ¿Quién somos nosotros para llevarle la contraria al compositor? Supongo que motivaciones igualmente filológicas tiene que ver con su decisión de no prolongar las geniales "llamadas en la lejanía" de los trombones escritas por Schubert.

El segundo movimiento sigue resultando algo superficial, pero también gana en naturalidad. El tercero, que ya era espléndido, resuelve de manera más convincente algún pasaje, y únicamente el Finale –ahora se extiende un minuto más, siempre con la repetición– parece menos logrado por haber perdido un poco de fuerza.

Sensacional la toma sonora en Atmos, posiblemente una de las mejores grabaciones orquestales que un servidor haya escuchado, y sin duda por encima de las que el sello amarillo ha realizado en Leipzig con Andris Nelsons. ¿Alguien se explica la diferencia?

1 comentario:

Mireia P.B. dijo...

Asi que no le espero en Barcelona para oir a los Berliners con el bueno de Kiril?

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