viernes, 12 de febrero de 2021

Una Carmen legendaria: la de Abbado

La celebérrima Carmen protagonizada por Claudio Abbado, Teresa Berganza y Plácido Domingo se grabó a partir de las funciones del Festival de Edimburgo en la capital escocesa entre el 24 y el 27 de agosto de 1977, completando las sesiones en Londres entre el 12 y el 15 de septiembre para dar cabida a unos nuevos intérpretes de Micaela y Escamillo, Ileana Cotrubas y Sherill Milnes respectivamente. Compré el Blu-ray Audio a 192 kHz editado por Deutsche Grammophon y me llevé dos decepciones. Una, la relativamente frágil caja de cartón en la que se presenta el producto. Dos, un sonido que parecía empeorar con respecto a pasadas encarnaciones en compacto.

Escuchado el registro con detenimiento, reconozco que estaba equivocado con respecto a esto último: suena estupendamente. Lo que ocurre es que hay que poner el volumen bien alto y, por descontado, hacer uso del sonido multicanal en el caso de contar con el equipo adecuado. La cuadrafonía, supongo que original, otorga gran espacialidad y no hace uso de efectos especiales más que en los momentos oportunos: coro de niños, pelea de las cigarreras, llegada de Don José en el segundo acto, la retreta, etc. En equilibrio de planos es irreprochable y amplísima la gama dinámica. Claro está, la Carmen de Bernstein de 1972, asimismo DG y multicanal en el SACD Pentatone, suena todavía mejor, mucho mejor incluso, pero aquello era un milagro inexplicable. De la capa en Dolby Atmos poco les puedo decir, porque no tengo instalados altavoces en el techo. Para los tradicionales, esta edición del sello amarillo también incluye el registro en dos CDs corrientes y molientes.

Dejando a un lado la tan genial como discutible dirección de Bernstein, esta sigue siendo la Carmen de referencia. De la dirección de Abbado hay que admirar, ante todo, el increíble trabajo técnico del milanés: a pesar de que sus tempi son rápidos, todo está desmenuzado al milímetro. Líneas, texturas, timbres… ¡Y qué decir de las dinámicas! Pero no hay rastro, en absoluto, de ese preciosismo que afectará muy seriamente al maestro milanés a partir de los años ochenta. Menos aún de la blandura o de la falta de carácter que serán marca de la casa, porque la batuta se pone plenamente al servicio de la acción y de sus personajes: para nada se trata de una dirección “sinfónica”, porque lo que aquí se escucha es teatro puro. La London Symphony Orquesta toca con una perfección absoluta, mientras que los Ambrosian Singers demuestran lo que los amantes de la música de cine sabemos de siempre: que fueron el mejor coro del mundo en aquellos excelsos años.

Teresa Berganza ha dicho por activa y por pasiva que no es una puta. Estoy de acuerdo: yo creo que es más bien una hija de la gran puta –como lo son Don José y Escamillo, por otra parte–. Su encarnación de la gitana es ante todo elegante, refinada en el mejor de los sentidos, francesa si se quiere, pero en su empeño en hacer menos “racial” el personaje se lleva por delante algo de su esencia, lo que quizá tenga que ver con un instrumento en exceso lírico, amén de muy cortito de volumen: aún recuerdo aquellas funciones en el Teatro de la Maestranza, junto a Carreras y con Domingo en el foso, en las que a la mezzo madrileña apenas de la oía. En cualquier caso, su encarnación es sensible, inteligente y de apreciable altura.

Plácido Domingo sí que tiene la voz adecuada. Pero no (¡que conste que soy fan suyo!) el estilo, ni menos aún la dicción. Tampoco le pone mucho interés a eso de jugar con las dinámicas: las medias voces nunca fueron su fuerte. Ahora bien, a lo que a conjunción entre temperamento y belleza vocal no le gana nadie: hay tenores más idiomáticos para Don José, también los hay más “veristas” y desgarrados, pero el equilibrio de Plácido le hace ganar la partida, muy particularmente en la progresión psicológica del dúo final.

Ileana Cotrubas, ya se sabe: canto exquisito, pero temperamento pelín cursi. Como su personaje también lo es, los resultados alcanzan gran altura. Tampoco hay novedad con respecto a Sherill Milnes, como siempre voz estupenda y expresión monolítica. Me gusta más todavía más Tom Krause, que cantó en Edimburgo; quizá le sustituyeron porque ya estaba en el citado registro de Bernstein. Excelentes Yvonne Kenny, Alicia Nafé y Robert Lloyd. Ah, la versión –menos mal– es con diálogos, estupendamente realizados.

“Una Carmen legendaria”, dice Alan Blyth en sus notas, escritas en 2005. Creo que lo sigue siendo.

1 comentario:

canariasesmusica dijo...

No me gusta nada esta Carmen, descafeinada y extremadamente amanerada.

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