jueves, 3 de septiembre de 2020

Kirill Petrenko, un error histórico

Un lector me pregunta qué me ha parecido la inauguración de la temporada de la Filarmónica de Berlín. No pensaba ver el concierto ni a continuar con el blog, porque me prometí descansar de él un par de semanas, pero el comentario me ha animado a hacerlo. Así que he acudido a la Digital Concert Hall y he visto, en maravillosa imagen 4K, la filmación correspondiente al pasado 28 de agosto en el que Kirill Petrenko, ante una audiencia muy menguada debido a las precauciones frente al coronavirus, dirige La noche transfigurada de Arnold Schönberg y la Sinfonía nº 4 de Johannes Brahms. Me ha horrorizado.

Kirill Petrenko posee una técnica excepcional, eso nadie lo duda, y con ella logra que la increíble cuerda berlinesa toque con una depuración extrema, enorme belleza sonora e impresionante equilibrio polifónico. Pero no logra concebir la obra como un todo, darle continuidad a las diferentes secciones y construir de manera orgánica tensiones y distensiones, como tampoco frasear con voluptuosidad ni alcanzar carácter visionario en los clímax. Su empeño, más bien, parece en huir de todo lo que signifique densidad sonora y expresiva. El resultado es una yuxtaposición de pasajes lánguidos y faltos de carácter –los más– con otros en los que el exceso de nerviosismo intenta disimular la insinceridad de la expresión. Por si fuera poco, el desarrollo se encuentra trufado aquí y allá por portamenti poco convenientes –sobre todo en los primeros minutos– y lastrado por un temperamento timorato. A algunos les parecerá –estoy convencido que esto es lo que se va a escribir– una recreación camerística y delicada. A mí me parece blanda y pretenciosa, cuando no cursi.

Amo profundamente la Cuarta de Brahms, una de mis sinfonías favoritas de todos los tiempos junto a la Tercera del mismo autor, la Novena de Bruckner y, por descontado, todas las de Beethoven. Por eso mismo me ha resultado insufrible escuchar de principio a fin la recreación de Petrenko. El maestro de Omsk solo tiene un objetivo: aligerar la música todo lo posible. No en tempi, sino en sonoridad y en expresión. Me ha recordado mucho, muchísimo al peor Claudio Abbado, pero llevando sus planteamientos al extremo: la levedad más absoluta.

Los primeros minutos de la obra no los puedo calificar sino de detestables: sonoridades extremadamente ingrávidas, escasa tensión interna, ausencia de contrastes, blandura expresiva… Hacia mitad del movimiento la cosa se arregla un poco, sin pasar de la mera solvencia. El Andante moderato resulta bajo la batuta de Petrenko frágil, trivial y anodino: todo entre algodones, ideal para hilo musical o para tomar té con pastas. Frívolo, pimpante y muy lineal el Allegro giocoso: nunca había sonado tan descafeinado. Ese monumento que es la Passacaglia final sí que está medianamente bien resuelto, aunque lejos, lejísimos de lo que los más grandes recreadores de la obra han conseguido jugando con la agógica, atendiendo a atmósferas, extremando tensiones y explorando la tensión dramática y hasta la rabia que anidan en los pentagramas. 

La orquesta está soberbia, pero sin parecer ella misma. Decididamente, Petrenko no es solo el peor titular que ha tenido la formación, y uno de los más mediocres que ha subido a su podio en tiempos recientes: es también quien puede acabar con su poderosísima personalidad. La Filarmónica de Berlín ha cometido un error histórico.

13 comentarios:

Julio César Celedón dijo...

Se veía venir desde las votaciones parejas entre Thielemann y Nelsons. No entiendo aún como músicos de semejante nivel, algunos muy pocos que quedan (como el genial timbalista principal) que tocaron en épocas de Karajan y que se supone han conocido a las mejores batutas del mundo, se decantaron por escoger a este señor que, de no ser por algunas funciones operísticas, no debería siquiera figurar entre los más famosos. En algún momento le pregunté si creía que se arrepentirian los Berliner, lo mismo vuelvo a poner sobre la mesa.

Cristian Muñoz Levill dijo...

Respondiendo a Julio, ser un gran músico (como asumo son la mayor parte de los miembros de la Berliner) no asegura tener un buen criterio. Ya se han visto ejemplos de orquestas que eligen a candidatos "improbables" tras el retiro de grandes directores: la Filarmónica de Munich, sin ir más lejos, pasó de Celibidache a Levine, Thielemann y Gergiev; o la de Cleveland, que cambió a von Dohnányi por Welser-Möst.

En fin, sólo resta esperar que Petrenko mejore (o sea lanzado por la borda: lo que sea primero).

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Estoy convencido de que a muchos de los músicos de la formación berlinesa les encanta Petrenko, por su increíble técnica. Mi experiencia me dice que los profesionales de la música suelen poner la excelencia técnica por encima de la "sensibilidad artística". Lógico: lo primero es algo absolutamente objetivo y lo segundo depende de la subjetividad.

Berlín podía escoger entre ese enorme músico que es Andrid Nelsons y ese sólido kapellmeister que es Thielemann. Se dividieron en dos bandos y optaron por la vía de enmedio: un señor con una técnica portentosa que podía hacer prodigios con la sonoridad de la formación. Y los hace. Deben de estar orgullosos. ¿Se dan cuenta de que sus interpretaciones dejan mucho que desear? Creo que no, que no se dan cuenta.

Cristiandelicia señala casos de orquestas que escogen mal y puedo añadir todavía algún otro, gravísimo: Concertgebouw nombrando a Gatti. Y no menos despistada se mostró la Sinfónica de Londres pasando de Colin Davis a Gergiev.

bruckner13 dijo...

Yo solo pido que pase de una vez esta moda de interpretaciones 'cajitas de música' de una vez. El careto de Petrenko dirigiendo la Noche Transfigurada como si fuera un vals de los Strauss es de vergüenza ajena.

JavierF dijo...

Fernando te agradezco la rapidez a la hora de publicar tu entrada sobre el concierto de Petrenko, espero que sí puedas perdonármelo, seguro que lo hubieras acabado escuchándo antes o después. Yo lo sufrí en directo, me aburrió sobremanera la Noche Transfigurada, y la 4ª de Brahms me desconcertó (por ser educado) ya desde el mismo comienzo. Y como dicen en los comentarios, se podía ver claramente la cara de satisfacción de los músicos al acabar la sinfonía. Están encantados con Petrenko.

Un saludo.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Sí, confieso que tarde o temprano lo hubiera visto... La cerelidad me ha servido para decidir que NO voy a renovar mi suscripción a la Digital Concert Hall, que caduca precisamente hoy sábado. La renovaré cuando vuelva Daniel Barenboim. Kirill Petrenko está siendo una pesadilla.

bruckner13 dijo...

Lo que te ahorres de la suscripción al DCH lo podrás invertir en cosas mejores, como por ejemplo esa cajota de cierto director británico... ;-)

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

No, no me compraré la caja Barbirolli porque creo que Warner no ha sido honrada. Creo que con la caja, bien cara, debería haber incluido un código para descargarse todo ese material en HD. Actualmente pago con cara tarifa anual la plataforma Qobuz para tener acceso a esas mismas grabaciones a 96 kHz. Esta semana han sacado los poemas sinfínicos de Sibelius y un interesantísimo disco de valses y polcas.

Archie_V dijo...

Es evidente, si no solo los Barenboim, Mehta, Blomstedt, Dudamel y Järvi sino hasta los Gilbert, Harding, Hrusa y Oramo son capaces de sacar de esta sublime orquesta unas actuaciones de mucho más profundidad interpretativa que las de su nuevo director principal, que los Berliner se han metido en un berenjenal. Petrenko ha esperado una temporada entera antes de atreverse con una sinfonía de Brahms, y ahora sabemos por qué. Yo también he cancelado mi suscripción al DCH, porque el problema no es que Petrenko y la orquesta necesiten más tiempo para conocerse, sino que, al revés, cómo apunta Fernando, la orquesta está evidentemente muy a gusto con él. Lo que hay es lo lo que hay.

JavierF dijo...

En mi caso estoy suscrito a la DCH hasta marzo del año que viene, pero ya ha pasado por mi cabeza la idea de no seguir una vez caduque.

Por cierto Fernando, creo que has acertado con la renovación del aspecto del blog.

Un saludo.

xabierarmendariz88 dijo...

La verdad, a mí también me está defraudando Petrenko poco a poco…
Reconozco que no empecé del todo bien con él, aunque sea por comparación. Lo primero que le escuché por radio fue El ocaso de los dioses en el Anillo de Bayreuth de 2013, y me pareció que Petrenko tenía instinto teatral pero que el sonido orquestal no era muy wagneriano; a veces me recordaba a Sibelius o Shostakovich… Pero claro, venía de escucharle el Anillo completo a Barenboim en vivo en los Proms, y eso eran palabras mayores.
Luego escuché en años posteriores, también por radio, que Petrenko iba “aprendiendo” en Wagner y que todo empezaba a sonar en los Anillos bayreuthianos de manera más consistente, así que cuando fue nombrado para Berlín me pareció que había que esperar. Incluso la Patética de Tchaikovsky que publicó la orquesta en su sello discográfico no me pareció tan mal, considerando que las primeras versiones del propio Bernstein, siendo buenas, tampoco son extraordinarias. Y ya sabemos que Bernstein luego sería el mayor intérprete de esa sinfonía en sus años tardíos, .
Pero confieso que la Novena de Beethoven del año pasado y el concierto Schönberg-Brahms del otro día sí me preocupan, sobre todo la Noche transfigurada. Casi estoy por decir que incluso Boulez, que desde luego no destaca la vertiente expresionista del Schönberg juvenil, parece tener en sus interpretaciones más pasión. Y respecto a la sinfonía de Brahms, Petrenko habla en la entrevista de influencias de Fritz Steinbach, (sucesor de Von Bülow en Meiningen), pero a la postre no aporta nada. Para seguidores y discípulos de Steinbach, ya tenemos a Kna.

Bruno dijo...

Yo le pongo el sonido y ud. le pone la música.
(Sólo he escuchado el 1 y 4 tiempo de la 4. No doy para imaginarme mas)

FURTHOVENXXI dijo...

"La Filarmónica de Berlín ha cometido un error histórico." Está todo dicho.

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