domingo, 10 de mayo de 2020

Goyescas y Alicia

A veces ocurre que una música que conoces desde hace mucho, e incluso que siempre te ha gustado, la escuchas por enésima vez y se te revela un mundo completamente nuevo: no solo ves ahí muchas más cosas de las que veías antes, sino que llegas a "establecer conexión" con ella de manera íntima y te deja hecho polvo. Es lo que me acaba de ocurrir ahora mismo con Goyescas de Granados –la suite pianística, no la ópera–, que acabo de repasar en la primera versión que tuve, la de Alicia de Larrocha para Decca.


¿Por qué me ha "tocado" ahora, y no antes? Puede ser simple coincidencia. También el estado anímico después de tantos días de confinamiento por el coronavirus. Influye asimismo la propia madurez personal: uno va aprendiendo cosas y sensibilizando el oído. Pero creo que, sobre todo, son las propias experiencias vitales las que te permiten ver eso que estaba ahí y en lo que antes no reparaste. Algo que no necesariamente ha sido puesto por el compositor con plena consciencia, pero que en las grandes obras maestras –y hablamos de una de ellas, de eso no cabe duda– están implícitas y se encuentran a la espera de un "chispazo" con el espectador para desarrollar su potencial. En mi caso particular, he visto por fin un programa más o menos claro, que no es necesariamente pictórico, menos aún "goyesco", pero que evidencia que nos encontramos ante una obra de marcada unidad que hay que entender como ciclo y que posee un claro desarrollo expresivo. Sí, ya lo sé, no hay más que leer eso de "coloquio en la reja", "quejas" o "el amor y la muerte" para darse cuenta. Pero esta vez a mí me ha dicho cosas muy personales que antes no me decía. Y que me han estremecido.

La interpretación. Pues qué quienes que les diga. Doña Alicia consigue la perfecta fusión entre el garbo, la garra y el temperamento digamos que masculino, de maravilloso sabor español, con el más concentrado y emotivo vuelo poético. Y lo hace con un toque variadísimo en densidad y en colorido, con un grado extremo de depuración sonora y con una asombrosa gama de acentos colocados en su punto justo. Tengo sus otras dos grabaciones. La de Hispavox, hoy en EMI, es más rápida y ardiente, también tiene más garbo y más sana "masculinidad", pero no posee el refinamiento ni la riqueza de matices de esta de los años setenta. La de RCA no sabría decirles si es más o menos excelsa. Lo que sí sé es que nadie –repito: nadie– puede hacer esta música mejor de como la hacía esta señora. Compruébenlo si no me creen.

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