viernes, 21 de febrero de 2020

Escarpado Tchaikovsky de Giulini a los cuarenta y dos

Acaba de sacar Warner Classics, actual propietaria de los fondos de EMI, una caja de veinticuatro compactos que, bajo el título Philharmonia Orchestra - Birth of a Legend, presenta nuevamente remasterizadas una serie de grabaciones más o menos célebres, alguna de ellas inédita en formato digital, de la soberbia orquesta fundada por Walter Legge. Lo interesante es que estos mismos registros, en sus nuevos reprocesados, están empezando a circular en formato FLAC a 24/192, es decir, con resolución mucho mayor que en CD.


Entre ellas está este disco grabado por Carlo Maria Giulini en septiembre de 1956 con la Sinfonía nº  2 de Tchaikovsky y la Noche en el Monte Pelado de Mussorgsky, obviamente en la versión de Rimsky-Korsakov. La audición me ha resultado toda una sorpresa, porque a sus cuarenta y dos años de edad cuesta reconocer al maestro. El de Barletta nos ofrece una “Pequeña Rusia” que no solo no posee la cantabilidad, la nobleza y el vuelo poético que habitualmente asociamos a su arte, sino que además resulta tremendamente encendida, áspera y escarpada. No hay exhibicionismo, en cualquier caso, como tampoco precipitación ni descontrol: toda la electricidad sale muy “desde dentro”, suena sincera y se encuentra regulada desde una batuta que sabe planificar a la perfección. A destacar, en este sentido, como a pesar de la rapidez de los tempi todo está expuesto de manera portentosa, circunstancia a lo que no es ajena la calidad de la formación de Herr Klemperer. La sonoridad seca de esta, por otra parte, acentúa aún más el radical enfoque interpretativo por el que apuesta el joven Giulini, quien al final de su vida –con la Orquesta del Maggio Musicale Fiorentino, grabación de 1993 editada por el propio festival– nos legaría una interpretación muy distinta.

De la Noche en el Monte Pelado se puede decir más o menos lo mismo, con la diferencia de que lo que en la sinfonía suponía dejar al margen aspectos muy importantes de la música, en esta otra página lo que hace es potenciar aún más el carácter visionario de la partitura: nunca ha sonado la versión Rimsky tan cercana a la original de Mussorgsky.

¿Y la toma? Se trata de un estéreo muy temprano, equilibrado en los planos y dotado de amplia dinámica, sin duda digno para la época, pero lejos de satisfacer a unos oídos actuales en lo que a tímbrica se refiere. He comparado con el CD que yo tenía, reprocesado en 2005, y la verdad es que apenas he notado cambio: un poco más limpio ahora, si acaso. Audición muy recomendable, pues, pero sin necesidad de que sea en esta nueva edición.

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