miércoles, 2 de septiembre de 2015

Las sinfonías de Schumann por Otto Klemperer

No hace mucho escribía por aquí acerca de las sinfonías de Schumann por George Szell. Lo hago ahora sobre las grabaciones de éstas, más algunas oberturas, a cargo de otro director no menos adusto y riguroso que el de origen húngaro: Otto Klemperer. El de Breslau realizó los registros entre 1960 y 1969 para el sello EMI al frente de su soberbia Orquesta Philharmonia, New Philharmonia al terminar el ciclo. ¿Resultados? Excepcionales en la nº 1 y con desigualdades, pero siempre interesantes, en el resto.


La grabación más antigua es la de la Sinfonía nº 4, que ya comenté por aquí a propósito de su edición en SACD: “interpretación de un solo trazo, poderosísima, impetuosa, encrespada, llena de tensión interna, pero de un absoluto control de la arquitectura y dotada del asombroso análisis de texturas esperable en Klemperer. Eso sí, como también es marca de la casa, el de Breslau no se recrea mucho en la parte lírica de la obra, echándose de menos un mayor poso de poesía y espiritualidad en el segundo movimiento”.

A 1965 corresponde el registro de la Sinfonía nº1, Primavera: un milagro en el que las sonoridades rocosas de Klemperer se amoldan, sin renunciar a su poderosísima personalidad, a la ligereza y transparencia que demandan el mundo schumanniano. El temperamento del de Breslau, severo, filosófico y lleno de grandeza interior, nos revela numerosísimos pliegues expresivos de la obra, siempre poniendo la tensión dramática y el lirismo amargo –asombroso en este sentido el segundo movimiento– por encima de cualquier otra consideración. ¿Y la chispa y la frescura juvenil que demanda esta obra? Pues filtradas por habitual sentido del humor sarcástico klemperiano. Ni que decir tiene que la transparencia es absoluta; posiblemente nunca se haya escuchado con semejante claridad el entramado orquestal, en lo que tiene mucho que ver una New Philharmonia en estado de gracia.

La Obertura Manfred, curiosamente, se grabó entre octubre de 1965 y febrero de 1966. No se notan las costuras: típica interpretación de Klemperer, marmórea pero llena de fuerza, cerebral, muy controlada y sin mucha efusividad lírica. En cualquier caso, el sentido trágico de la página está perfectamente recreado.

En la Sinfonía nº 2, grabada en 1968, uno de nuevo se queda pasmado ante el prodigio que Klemperer realiza analizando texturas y construyendo el edificio de tensiones. Ahora bien, lo cierto es que aquí la habitual renuncia del de Breslau al lirismo termina pasando factura en un tercer movimiento ciertamente dramático, pero sin la intensidad ni la hondura que demanda la sublime página. Tampoco termina de convencer el segundo, que debería sonar con mayor inmediatez. Admirables los extremos, aun siempre desde la adustez llena de fuerza contenida que caracterizaba al anciano director.

Por las mismas fechas se grababa la Obertura Genoveva. El de Breslau ve en ella, por descontado, mucho antes severidad que encanto o vuelo lírico, pero la fuerza dramática que le imprime –pathos llenos de claroscuros, pero sin que se le mueva un pelo– resulta irresistible; por no hablar de la manera en la que, al mismo tiempo que se subrayan los rincones más oscuros de la obra, está explicada la polifonía orquestal. Con Klemperer, cerebro y corazón van de la mano.


La Renana corresponde ya a 1969. Ni que decir tiene que el por entonces muy anciano Klemperer ofrece una interpretación lenta pero llena de fuerza, maravillosamente diseccionada, sonada con esa mezcla de densidad sonora y ligereza que solo él era capaz de conseguir, y dotada de una grandeza sin asomo de retórica. Desdichadamente, y de nuevo debido a su particular personalidad, no termina de acertar en el punto de poesía sencilla, luminosa y delicada de los movimientos segundo y tercero; en contrapartida, se siente extraordinariamente a gusto en la atmósfera solemne y opresiva del cuarto.

La Obertura Fausto comparte las características que la Renana que se registró a la par. Ahora bien, ¿hace falta decir que Klemperer se mueve como pez en el agua en la atmósfera fáustica de la página? Resultados memorables, claro.

Estos registros han conocido varias ediciones en CD. Para quien no los tenga lo más sencillo es hacerse con la caja “Sinfonías y oberturas románticas”, diez compactos en total, de la nueva edición Klemperer lanzada por EMI-Warner. Ahora bien, ya dije que la Cuarta se encuentra en SACD con sonido mejorado, y ahora debo añadir que buceando por Internet se pueden encontrar reprocesados en alta definición (a 96/24) realizados en 2011 de las sinfonías nº 1 y 3, así como de las oberturas Manfredo y Fausto: la Primavera suena aún mejor que antes, mientras que en las otras páginas se otorga un relieve muy superior a las frecuencias graves, mas sin solucionar la distorsión tímbrica de la Renana.

1 comentario:

AGUSTIN dijo...

Las sinfonías del Romanticismo, en general, aunan la belleza y la profundidad intelectual de la música, algo que ni el propio MOZART consiguió, más centrado en la emoción y los sentimientos.
Dentro de las sinfonías románticas, las de SCHUMANN son de lo mejor, el conjunto de sus 4 sinfonías constituye la mejor serie sinfónica para un autor del Romanticismo, superando al propio Tchaikovsky.
Se agradece esta nueva referencia de esas sinfonías a cargo de KLEMPERER, que por supuesto escucharemos.
Saludos.

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