sábado, 25 de octubre de 2014

El público quiere a Pedro Halffter

Me invitó un viejo amigo al concierto de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla de ayer viernes por la noche, segunda función del cuarto programa de abono de esta temporada. Se celebraba en medio de una terrible tensión perfectamente visible en los rostros de los músicos, el ochenta o noventa por ciento de los cuales llevaba un lazo verde “en solidaridad con el comité de empresa”; en realidad, creo no haber malinterpretado el comunicado, los lazos eran en rechazo hacia el director que subía al podio, un Pedro Halffter cuya renovación frente a la ROSS y frente al Maestranza, defendida por Ayuntamiento y Ministerio de Cultura en contra de la voluntad de la Junta de Andalucía, fue abortada en el último momento presuntamente por presiones del referido comité.

Pedro Halffter

Mi opinión sobre Pedro Halffter sigue siendo la misma. Estoy en profundo desacuerdo con quienes afirman que es un director mediocre; antes al contrario, creo que es un señor que alberga mucho talento. Pero sí pienso que es un artista bastante irregular que, tentado por el deseo de abordar repertorios que no le son afines y limitado por sus dificultades para trazar las tensiones –ese es su gran punto flaco–, pero al mismo tiempo habilitado para hacer que la orquesta suene de manera más satisfactoria que con otros maestros y, además, músico sensible a la hora de trabajar con texturas y atmósferas, es capaz de lo mejor y de lo peor en una sola noche. Y eso es, justamente, lo que ocurrió ayer.

El programa partía de la idea propuesta por un disco grabado por Riccardo Chailly y la orquesta del Concertgebouw entre 1991 y 1992, donde se acoplaban inteligentemente La fundición de acero de Alexander Mosólov (1900-1973), Arcana de Varèse y la Tercera Sinfonía de Prokofiev, pero sustituyendo en Sevilla la obra del francés –que es la que a mí me hubiera gustado escuchar– por el más manido –aunque maravilloso–Concierto para piano nº 1 de Tchaikovsky.

La brevísima obra de Mosòlov, puro futurismo –la adoración por la fuerza, la máquina y la velocidad, ya saben– conoció una recreación en la que Halffter, consciente de no tener ante sí precisamente a los metales de la citada orquesta holandesa, no forzó a los músicos ni cargó las tintas sobre la espectacularidad, sino que atendió al equilibrio polifónico y a la acumulación de tensiones. El resultado, espléndido.

Me gustó mucho la idea que la batuta propuso para el concierto de Tchaikovsky: introvertida, lírica y de regusto amargo antes que épica y brillante, que es lo que se suele llevar. Lo que no me gustó nada es cómo materializó esa idea. Porque claro, hay que ser un Celibidache (al rumano pertenece la dirección “de referencia” de la partitura) para optar por la lentitud, el carácter reflexivo y la poesía íntima sin que el edificio sonoro se te venga abajo. A mi entender, Halffter no logró levantarlo en un solo momento: todo sonó flácido, mortecino y ayuno de esa garra dramática aquí imprescindible. Ni siquiera la orquesta estuvo muy fina: la sonoridad global era algo pobretona y el solo de violonchelo en el segundo movimiento resultó, para mi gusto, muy poco afortunado.

La solista fue Regina Chernychko. Su virtuosismo no es grande: por descontado que “da todas las notas”, pero su agilidad dista de lo espectacular, su toque no es variado en el color y las dinámicas tampoco ofrecen gran riqueza. Tampoco es una artista muy expresiva, apasionada ni creativa. Pero al menos no es una mecanógrafa de esas que se echan a correr para triunfar por la vía rápida sin tener nada interesante que decir (véase mi anterior entrada sobre Behzod Abdumariov). La joven ucraniana, por el contrario, demostró cierta sensibilidad, fue al corazón de la música antes que a su envoltorio y fraseó con buen gusto. De matices, escasita. Con otra batuta, tal vez lo hubiera hecho mejor. Bonita pero en exceso amable la propina de Scarlatti.

La Tercera sinfonía de Prokofiev es una obra que adoro, tanto como para viajar a Londres con el objetivo de disfrutársela a Riccardo Muti con la Sinfónica de Chicago, con los resultados previstos: la mejor versión que de las que he escuchado, que son las que comenté en una discografía comparada, además de la que en 1992 hicieron en el escenario del propio Maestranza Valery Gergiev y sus chicos. Con tantos referentes, no era fácil que Pedro Halffter me deslumbrara. ¡Pues lo hizo!

Para empezar, su lectura ha sido una de las más claras de cuantas he escuchado, a la altura de las de Muti, e incluso diría que percibí alguna línea melódica nueva hasta ahora por mí inadvertida. Lo consiguió el maestro madrileño con un admirable equilibrio de planos, pero también con unos tempi bastante lentos que, por fortuna, solo conocieron una caída de tensión, concretamente la aparición del tema lírico del primer movimiento. Este, por lo demás, funcionó francamente bien, siempre lejos del escándalo gratuito que otros directores (¡Gergiev!) montan aquí.

Donde Halffter rozó el cielo fue en Andante, sencillamente el mejor dirigido (sí, el mejor) de cuantos he escuchado: paladeado a más no poder, sensualísimo, más atmosférico que turbulento pero en cualquier caso muy inquietante. Excelente el Allegro agitato (scherzo de la obra), sobre todo el trío, donde de nuevo la batuta desplegó un “lirismo gótico” de gran intensidad. Irreprochable, sin llegar a semejantes niveles, la dirección del cuarto movimiento, bien planificado, lo suficientemente tenso y carente de efectismos, aunque aquí la orquesta se quedó muy corta en comparación con las grandísimas que han grabado la obra; a destacar, no obstante, la labor del la trompeta en su dificilísimas partes en este pasaje. Las intervenciones del timbal me hubieran gustado más secas y contundentes a lo largo de toda la obra, pero aquí supongo que se trata de una opción de la batuta, no del percusionista. Sea como fuere, magnífica interpretación.

Hubo numerosas ovaciones del respetable –las mías entre ellas– la primera vez que el maestro salió a saludar. Al poco tiempo empezamos a aplaudir levantados, y en un rato la mayor parte del público (de nuevo el mismo porcentaje que de lacitos verdes, entre un ochenta y un noventa por ciento) estaba puesto en pie en lo que era una clarísima muestra de apoyo a la continuidad de Halffter frente a la orquesta. La cara de cabreo de los músicos, impresionante. Difícil arreglo tiene esto.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Los músicos son profesionales de la música, el público no. Si la mayor parte de los músicos no le quieren al frente de la orquesta será por algo. Y Pedro Halffter tiene muy poco respeto por sí mismo si desea seguir al frente de un barco en el que la mayoría de los tripulantes no le quieren. Si Pedro Halffter tuviera respeto por si mismo se marcharía por su propio pie...

Anónimo dijo...

Si no eres músico no tienes ni idea de lo mal director que es Pedro, hablas sin saber, mediocre es quedarse corto. Es un simple payaso que se mueve por simple parafernalia, la música la hace la orquesta!!!! Si fue brillante fue por ella y no por tal personaje. Informate antes de hablar y de en cuantos sitios se han manifestado para que no se lo encasquetaran como director (teatro real por ejemplo).

Anónimo dijo...

Los músicos son profesionales de la música, el público no. Si la mayor parte de los músicos no le quieren al frente de la orquesta será por algo. Y Pedro Halffter tiene muy poco respeto por sí mismo si desea seguir al frente de un barco en el que la mayoría de los tripulantes no le quieren. Si Pedro Halffter tuviera respeto por si mismo se marcharía por su propio pie...

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

No hace falta ser pintor para saber que pinta mejor, qué sé yo, Velázquez que Pacheco. No hace falta ser cineasta para saber que determinado director nos gusta más que otro. No hace falta ser cocinero para saber que en tal restaurante se come bien y en otro se come mal. Basta con tener un poco de experiencia y de buen gusto. Ese mismo del que carece el segundo texto anónimo.

Verdaderamente, descalificándonos a los melómanos (¡que somos para quienes están pensados los conciertos!),ustedes los músicos están consiguiendo que en lugar de unirnos a sus justas reivindicaciones, les vayamos cogiendo tirria. Qué pena.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Una cosa más: como parece que algunos simpáticos integrantes de la ROSS están dispuestos a intervenir con descalificaciones, a partir de ahora solo admitiré en este hilo aportaciones con nombre y apellidos. El resto, a la basura. Y si la agresividad va a más, cierro la posibilidad de realizar comentarios. No estoy dispuesto a perder el tiempo con quienes no merecen que se lo dedique.

Salvador Navarro Amaro dijo...

A mi me gustaría saber con concreción en qué radican los motivos del desencuentro de los músicos con Halffter. ¿Son problemas artísticos o son laborales, o qué son? Porque si son artísticos no sé qué pinta el comité de empresa en esta película. Y si son laborales, que lo digan claramente y no anden disfrazándolos de otras cosas para disimular que lo que quieren es cobrar más. Hasta ahora sólo he escuchado (o leído) burdas descalificaciones como las que quedan aquí recogidas, y que no me merecen la más mínima consideración. En el otro lado de la balanza tengo mi directa apreciación personal -no profesional, pero sí de aficionado- del trabajo de Halffter al frente de la orquesta, que no me parece precisamente malo. Ahora bien, si esa música la hace la orquesta "sola", ¡pues ahorrémonos a los directores! A Halfter y a cualquier otro. Yo creo que los trabajadores no tienen porqué amar a su jefe. Basta con que hagan bien su trabajo siguiendo sus instrucciones. La decisión de quien haya de ser el director, como en cualquier otra empresa, no les corresponde a ellos, entre otras cosas porque son muchos y diversos los aspectos a valorar.Más les valiera pues dejarse de protestas y que las administraciones responsables tomen ya la decisión definitiva, no vaya a ser que entre todos terminemos cargándonos el invento.

Salvador Navarro Amaro dijo...

A mi me gustaría saber con concreción en qué radican los motivos del desencuentro de los músicos con Halffter. ¿Son problemas artísticos o son laborales, o qué son? Porque si son artísticos no sé qué pinta el comité de empresa en esta película. Y si son laborales, que lo digan claramente y no anden disfrazándolos de otras cosas para disimular que lo que quieren es cobrar más. Hasta ahora sólo he escuchado (o leído) burdas descalificaciones como las que quedan aquí recogidas, y que no me merecen la más mínima consideración. En el otro lado de la balanza tengo mi directa apreciación personal -no profesional, pero sí de aficionado- del trabajo de Halffter al frente de la orquesta, que no me parece precisamente malo. Ahora bien, si esa música la hace la orquesta "sola", ¡pues ahorrémonos a los directores! A Halfter y a cualquier otro. Yo creo que los trabajadores no tienen por qué amar a su jefe. Basta con que hagan bien su trabajo siguiendo sus instrucciones. La decisión de quien haya de ser el director, como en cualquier otra empresa, no les corresponde a ellos, entre otras cosas porque son muchos y diversos los aspectos a valorar.Más les valiera pues dejarse de protestas y que las administraciones responsables tomen ya la decisión definitiva, no vaya a ser que entre todos terminemos cargándonos el invento.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias por sus aportaciones.

Muy aguda la diferenciación que establece usted entre problemas artísticos y problemas laborales, en lo que se refiere a la intervención del comité de empresa.

Por mi parte, la orquesta tiene todo mi apoyo en lo que se refiere a las reivindicaciones salariales. También lo tiene en la necesidad de contar con ellos a la hora de escoger titular (de contar, no de tener la última palabra). Asimismo comparto la idea de que un buen clima de convivencia personal y de relaciones entre director y subordinados es importante para el rendimiento. Lo digo por mi propia experiencia en el mundo laboral: cuanto más "puteante" es el equipo directivo de un instituto de enseñanza secundaria, mayor es la desgana con la que se trabaja.

Ahora bien, igual que pienso que los profesores de la orquesta tienen todo el derecho a manifestar su desacuerdo con la renovación de Halffter, el público también debe tener su espacio para mostrar sus preferencias. Lo que ocurrió con los aplausos del otro día fue, a mi modo de ver, una manifestación de apoyo a Halffter, y los músicos deben tomar buena nota de ello. Porque podría ocurrir que lo que a ellos les parece malo, para nosotros sea bueno: muchas veces, lo que sucede dentro de "la cocina" impide valorar con objetividad el sabor de los platos, por volver al símil culinario.

En cuanto a lo de "la música la hace la orquesta", ya me dirán ustedes por qué una máquina perfecta como la Filarmónica de Berlín ofrece unos días una interpretación portentosa y otros una más bien rutinaria, por muy soberbiamente tocada que esté. ¡A algunos músicos les cuesta tanto distinguir entre "tocar" o "sonar bien" e "interpretar"!

Un saludo.

Trinidad Delgado Ruiz dijo...

Sr.López Vargas-Machuca, le felicito por su artículo " el público quiere a Halffter" y coincido con su interpretación de que los reiterados aplausos del mismo son un claro apoyo a su candidatura. Sí, queremos a Halffter al frente de la ROSS y del teatro, y no hace falta que yo vuelva a explicar por qué puesto que Ud. lo ha hecho magníficamente.¡Ah, el público!: esa chinita que se ha introducido inesperadamente en el zapato del comité de empresa. La reacción virulenta del mismo no significa más que una cosa:"Ladran, luego cabalgamos".
Le animo a continuar expresando sus opiniones a través de su blog y de la prensa porque muchos seguidores las valoramos como se merecen. Atte: Trinidad Delgado Ruiz

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias por su aportación, Trinidad.

Efectivamente, la orquesta no se esperaba la reacción del público, y de hecho el comité de empresa ha reaccionado inmediatamente, como se puede comprobar aquí:

http://noticias.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/musica-clasica/los-musicos-de-la-ross-senalan-a-halffter-como-el-principal-escollo-para-el-cambio-en-la-orquesta_CblsfGaIqzEUEo0qk8naS2/

No quiero darle muchas más vueltas al tema. Mi apoyo a la orquesta es pleno en determinados aspectos, pero creo que en el rechazo a Halffter se están equivocando. Eso de que este señor no está a la altura fue un cuento que algunos quisieron contar hace tiempo, pero que ya no cuela. El público se ha dado cuenta y lo ha hecho saber.

Por mi parte, puedo añadir que en los últimos seis años he podido escuchar con cierta regularidad programas de abono de dos formaciones españolas, la ONE y la Orquesta de Valencia, y que a ninguno de sus titulares, Josep Pons y Yaron Traub respectivamente, le he escuchado cosas tan admirables como las que hace Halffter cuando está inspirado.

En cualquier caso, mala solución tiene esto. Una de las dos partes, orquesta y público, va a quedar muy decepcionada. Cualquiera de las dos salidas, Halffter sí o Halffter no, va a hacer daño. Ya es tarde para evitarlo.

Un saludo.

Bruno dijo...

Ese comité es un iletrado mental que no sabe expresar lo que le pasa. O no quiere, lo que daría que pensar sobre vergonzosas motivaciones. Renovación, ¿en qué? Acuerdos, ¿cuáles? Y no me digan que es prudencia porque a su director le ponen a caer de un burro y sin señalar motivos. Asoman la patita con el gerente y el déficit. Bueno, que propongan a un director millonario. A Halffter lo escuché una vez en Valencia y estuvo bien. Pero comento sólo a partir del enlace. Consultaré al hechicero o al oráculo para que me descifre el comunicado.
El robot veo que ya se ha trastornado. Se empeñan en complicarnos y fastidiarnos la vida corriente.

Anónimo dijo...


Vi a Pedro Halffter en la Escuela de Ingenieros, dirigiendo el ensayo de la última ópera de la temporada pasada. Parecía un muñeco mecánico, con movimientos sincopados y rígidos. Y así sonó la música solamente atronadora y ruidosa. Pobre Wagner.

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