Teniendo en cuenta cómo algunos le perdonaron la vida a Daniel Barenboim en la edición de 2009, me ha sorprendido mucho el unánime entusiasmo que ha suscitado en España el pasado Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, incluso entre críticos generalmente poco interesados por la figura de este artista. Estoy de acuerdo, sí, en que esta segunda comparecencia del de Buenos Aires ha sido globalmente aún superior a la primera, donde se pinchaba relativamente en obras tan fundamentales como El Danubio azul, pero aun así creo que en ambas ocasiones los planteamientos son similares y los resultados, salvando los referidos desequilibrios, más o menos parecidos.
Cuando seguí el concierto por la tele fui tomando notas de cada una de las piezas. No lo he hecho así cuando he visto el Blu-ray editado por Sony Classical, aunque he ido leyendo lo que en aquella ocasión apunté. Más o menos sigo pensando lo mismo, y a lo entonces escrito me remito, aunque debo matizar que la tosquedad que creí percibir en la primera propina, la Carrière-Polka de Josef Strauss, no es ni mucho menos tal: el sonido del televisor de mi domicilio navideño –allí tengo estropeados los altavoces “buenos”– me jugó una mala pasada. Por lo demás, puedo resumir diciendo que se trata de interpretaciones que evidencian la acusada personalidad de Daniel Barenboim, y que por ende se alejan tanto de la cursilería como del decadentismo para ofrecer a cambio una buena dosis de robustez bien entendida, de energía y hasta de garra dramática, como también de sano humor rústico y de electricidad controlada; pero también nos encontramos ante un Barenboim, mucho ojo, que en los últimos años se está interesando cada vez más por la sensualidad, la voluptuosidad y el goce de los sentidos, lo que en combinación con la increíble sonoridad de la orquesta ofrece unos resultados extraordinarios; a veces son incluso reveladores sin llegar a ser heterodoxos, sobre todo en las piezas más infrecuentes, que como es habitual son unas cuantas (nueve estrenos en el 1 de enero de 2004, para ser exactos).
Técnicamente el Blu-ray es espléndido tanto en imagen como en sonido, aunque la Musikverein siga sin ser la sala de conciertos con mejor acústica del mundo. Se ha corregido el ligero fallo de la trompa en la Mondscheinmusik de Capriccio, lo que deja bien claro que se han utilizado empalmes de la noche anterior o de los ensayos. De estos últimos, por cierto, se incluyen algunos fragmentos en el documental televisado en el intermedio. También se ofrecen como apéndice dos de las tres coreografías. La del Danubio Azul, que se bailó en la Musikverein como suele ocurrir en los últimos años, viene incluida dentro del concierto y no se puede esquivar: hay que cerrar los ojos para no aguantar las sonrisitas postizas de los bailarines y la cursilería generalizada que desprenden sus piruetas.
El precio del producto no tiene nada que ver con los blu-rays musicales de otros sellos: su precio oficial en los grandes almacenes no llega a los 20 euros, y por ahí se puede comprar por mucho menos. ¡Qué alivio para los bolsillos!
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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3 comentarios:
Pues yo prefiero a Willi Boskovsky, por ejemplo, en este repertorio. Creo que es claramente superior a Baremboim. Con Beethoven, Wagner o Bruckner, inmejorable. pero con estas obras no acaba de conectar, en mi opinión.
Era posible entonces y será posible con el blu ray del concierto de Muti optar por ver SÓLO las imágenes de la sala, sin paisajes ni ballets?
Gracias.
Anónimo, entiendo que los ballets aparecerán como bonus, y por ende podremos ver a Muti en esos dos números, pero las filmaciones de la Biblioteca Nacional y del Danubio habrá que tragárselas. Saludos.
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