jueves, 12 de abril de 2012

Chailly reaparece en París con Beethoven y Ravel

Entre los numerosos conciertos gratuitos (¡bendito sea el streaming, destinado a sustituir al disco en el mercado!) que nos ofrece Arte Live Web, tenemos la oportunidad de ver uno filmado el 23 de febrero de este mismo año que despeja hasta cierto punto nuestra preocupación por la salud de un Riccardo Chailly que anda cancelando proyectos a corto y medio plazo, pero que es todavía capaz de hacer frente a compromisos puntuales como éste: un programa Beethoven-Ravel al frente de la Orquesta de París junto a la pianista Maria Joao Pires. Pueden ustedes verlo completo on line haciendo click aquí o, mejor aún, descargarlo con un programa adecuado para luego pasarlo a un disco duro multimedia con el que disfrutarlo en su televisor. Merece la pena.


Se abre la velada con la obertura de Las criaturas de Prometeo, en una recreación en la misma línea de la que se incluye en la controvertida integral sinfónica del maestro milanés: extrovertida, animada y con electricidad, pero de fraseo trivial -incluso pimpante- y dicha más bien de cara a la galería. Viene a continuación el Concierto para piano nº 2 del genial sordo. Chailly no cae aquí en el carácter mecánico, la precipitación y el efectismo de su referida grabación de las sinfonías, ofreciendo en su lugar una ortodoxa, sensata, cálida y entusiasta lectura, si bien se queda un tanto en la superficie por resultar ajena al humanismo beethovenianos. La pianista lisboeta luce su bellísimo sonido y su encomiable cantabilidad para ofrecer una recreación elegante, equilibrada y eminentemente lírica, desde luego mucho antes mozartiana que beethoveniana. Tiene su público, sin duda. La propina es con orquesta: el Largo del Quinto concierto para clave de J. S. Bach. Si la coquetería generalmente hace estragos, en el autor de las Variaciones Goldberg la cosa es aún peor. Pueden comprobarlo.


Harina de otro costal es la segunda parte, una recreación de esa obra maestra que es el ballet completo Daphnis et Chloé verdaderamente memorable, quizá no tan depurada como la que el propio Chailly grabó hace años para Decca al frente de la prodigiosa Orquesta del Concertgebouw, pero a mi entender preferible a algunas clásicas recreaciones de la discografía como la altamente teatral de Munch (RCA, 1955), la luminosa de Monteux (Decca, 1959) o la más contemplativa de Dutoit (Decca, 1980). Próximo antes a los dos primeros de los directores citados que al último, el maestro milanés ofrece una recreación fresca, de elevado sentido narrativo, extrovertida más que brumosa, desde luego sincera y ajena al hedonismo, dotada además de una adecuada brillantez -sobre todo en el final- pero no por ello precipitada o escasa de concentración. Es verdad que se atiende más al trazo global que al detalle y que en algún pasaje se puede echar de menos una dosis superior de magia sonora, pero la batuta lo compensa con su desarrolladísimo olfato para el colorido y las texturas, algo que en una partitura como la presente resulta fundamental.

Les advierto que la filmación estará en la web de Arte -no ha aparecido aún en YouTube- por un tiempo limitado. Espabilen, porque no parece que vaya a salir en DVD. Un Daphnis así no se escucha todos los días.

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