viernes, 12 de agosto de 2011

Manze y las sonatas de Biber: Barroco puro

BIBER: sonatas para violín.
Romanesca. Andrew Manze, violín barroco. Nigel North, laúd y tiorba. John Toll, clave y órgano.
Harmonia Mundi, HMG 507344.45
2 CDs. 127’01’’
DDD
Harmonia Mundi Ibérica
**** R

Confieso conocer poca creación musical de Heinrich Ignaz Franz von Biber (1644-1704): hasta ahora, la Missa Salisburgensis y las Sonatas del Rosario, aparte de su célebre Batalla. También es verdad que no hay mucho más en el mercado discográfico. En cualquier caso, escuchar este doble compacto con las sonatas para violín (ocho en total, acompañadas aquí de otras piezas diversas) ha sido para mí un verdadero descubrimiento, pues se trata de una música de características parecidas a la de la serie citada en segundo lugar, las Mysteriensonaten, esto es, de una originalidad, imaginación y teatralidad extremas, llena de claroscuros y de una amplísima variedad de acentos dramáticos, amén de terriblemente exigente desde el punto de vista virtuosístico sin que ello le haga quedarse en lo superficial: la comunicatividad está siempre en primer plano en estas breves pero fascinantes páginas que son inmejorable expresión del Barroco puro. Obviamente la profundidad de un Bach queda muy lejos, pero a uno le resulta difícil resistirse a los "efectos especiales" de Biber.

Las interpretaciones, registradas entre 1993 y 1994 por Harmonia Mundi USA y ahora reeditadas en la serie HM Gold, me han parecido deslumbrantes en todos los sentidos. Andrew Manze ya asombra con una técnica sobrada para salvar todos los escollos de esta música, sabiendo conjugar la firmeza del sonido con una pasmosa agilidad en la digitación. Pero es que además hace gala de una musicalidad intensa, concentrada y por completo ajena a cualquier tipo de devaneo sonoro, demostrando que, al contrario de lo que les ocurre a otros violinistas barrocos más famosos, ser creativo no significa caer en la extravagancia, ni atender a las inflexiones anímicas implica frasear con amaneramiento, ni subrayar los claroscuros supone alternar languideces con arrebatos, ni ofrecer concentración meditativa implica quedarse en la sosería. Estupendo, además, el violinista británico en las onomatopeyas de la Sonata Representativa. Del bajo continuo se ocupan John Toll -al órgano y al clave- y un soberbio Nigel North -laúd y tiorba-, sabiendo ser imaginativos sin restar protagonismo al violín. Recomendabilidad total, pues, y obligatoriedad para violinistas.

7 comentarios:

pastoso dijo...

Oh, este me lo apunto. Conocí las sonatas del rosario cuando salió una selección en la colección de diverdi de El País y me encantaron.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Yo también escuché por primera vez las Sonatas del Rosario gracias a esa colección. Estas otras sonatas se diferencian que en hacen solo un uso puntual de la "scordatura", pero a mí me han gustado lo mismo.

Jasco dijo...

Me pasó igual, oí las sonatas del misterio en esa colección y me quedé prendado. Manze es maravilloso, a mí me gustó mucho en la grabación, también para Armoni Mundi, de la Sonata del Trino del Diablo de Tartini, y otras obras que también aparecían del italiano ahí, en ese cd.

Me apunto pues este disco, gracias por comentarlo, porque no lo había visto antes.

Un saludo

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias a vosotros por vuestros comentarios. El doble compacto de marras, que yo tampoco conocía, tiene ya una larga lista de premios detrás, o al menos eso dice la carátula.

Andante moderato dijo...

En estos días, ha llamado mi atención un ciclo brahmsiano relativamente poco conocido y digno de otros que han aparecido en tu blog: el grabado por Eugen Jochum junto a la Filarmónica de Londres hacia 1970 para EMI.
Para comenzar, he escuchado la Tercera Sinfonía. Grandísima versión, casi a la altura de la de Carlo Maria Giulini con la Philharmonia Orchestra (EMI, 1962), mi interpretación preferida. Lamento no conocer la remake del director italiano con la Filarmónica de Viena.
La magistral dirección de Jochum, tradicional y siempre plena de intensidad, combina singularmente la sólida arquitectura y la claridad de detalle con una sutil flexibilidad del fraseo y de los tempi (como en el Andante). El permanente juego de tensiones y distensiones
alcanza en los movimientos extremos una agitación digna de Furtwängler. Solo el Poco Allegretto y el arrebatado Finale (prefiero un tempo más concentrado y constante) se encuentran en un nivel relativamente menor.
Espléndida la orquesta, aunque quizá no tan brahmsiana como otras formaciones (tal vez, demasiado brillante).
Ahora mismo, comenzaré con la Cuarta Sinfonía.
Saludos.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Andante, conozco parcialmente el ciclo Jochum para DG, con sonido mono, pero de este de EMI no había escuchado nada, así que bienvenidos sean tus comentarios. Supongo que sabes que el ciclo Giulini/Viena ha salido en Newton Classics por cuatro perras...

Andante moderato dijo...

Interesante el regreso de Giulini con Viena(su Cuarta es admirable, aunque muy personal y unilateral). De paso, deberían reeditar el antiguo ciclo con la Philharmonia.
Ojo con la Cuarta de Jochum: pese a ser apreciable (por lo tradicional), es muchísimo menos lograda que su soberbia Tercera. La interpretación es demasiado romántica e idiosincrásica, adolece de cierta pesadez, y la orquesta londinense se muestra menos equilibrada y precisa. Una relativa decepción, pues me gusta un Brahms más austero y clásico.
Saludos.

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