martes, 14 de abril de 2009

La Turandot valenciana de Kaige y Mehta

Ahora que el Palau de Les Art repone su producción de Turandot (desgraciadamente la función que espero ver el próximo sábado la dirige Fournillier, no Maazel), he tenido la oportunidad de ver el video de la misma registrado en su momento por Unitel, en retransmisión televisiva realizada por el canal Arte que se supone ha de ir seguida, como ocurriera con el excelente Fidelio, a un DVD comercial. Se habló mucho en su momento de esta Turandot, así que estas líneas no tienen la intención de aportar nada a estas alturas, pero como este blog es más una carpeta de apuntes que otra cosa, aquí van mis impresiones.

Turandot_Valencia

La producción escénica, en sí misma, no me ha parecido gran cosa. Su interés es mayormente plástico: la escenografía de Liu King resulta muy vistosa y el vestuario de Chen Tong Xun es una preciosidad. Me interesa bastante menos la dirección de Chen Kaige, primer trabajo escénico del director de Adiós a mi concubina, pues aunque tiene la virtud de no salirse de madre, no sólo no aporta nada en particular (lo de la princesa de incógnito entre el pueblo no pasa de la anécdota) sino que además ofrece unas soluciones convencionales para el movimiento de solistas y masas.

Ahora bien, esta Turandot alcanza en lo musical un nivel envidiable. No he tenido tiempo de comparar esta realización de Mehta con su justamente célebre (aunque aún denostada en ciertos círculos, qué cosas) grabación para Decca con Sutherland, como tampoco con su DVD en la Ciudad Prohibida. En cualquier caso su labor es soberbia, pues sin resultar especialmente creativo ni personal, es difícil imaginar, dentro de una línea ortodoxa, una dirección claramente superior a ésta tan perfecta en el estilo, tan pucciniana como stravinskiana al mismo tiempo; tan rica en colorido y de tan agudo sentido del ritmo; tan clara y tan admirablemente construida; tan elocuente, brillante -sin asomo de retórica- y tan comunicativa.

Claro que de nada serviría la excelencia del maestro hindú si no tuviera a su disposición unos conjuntos estables como los que tiene el Palau. Que haya en España una orquesta semejante es dudoso. Que exista un coro de ópera a superior altura (el Orfeón Donostiarra es otra cosa), más que improbable. No soy el primero en decirlo, ni el último: lo que confiere al teatro valenciano su categoría es la altísima calidad de estos conjuntos. Más le valdrían a Real y Liceu tomar nota.

Las voces están bastante bien. A la Guleghina se le puede criticar su dicción del italiano, pero esta señora puede con la disparatada escritura vocal de la princesa, incluidos sus temibles saltos; como además le pone ganas al asunto, se muestra atenta a la evolución del personaje y se desenvuelve bien en la escena, el resultado es digno de admiración.

Me ha gustado Marco Berti más aquí que en su Dick Johnson de Sevilla (enlace). El papel de Calaf le permite lucirse con su brillantez en el agudo y, además, en esta producción no se nota tanto lo mediocre actor que es. El -relativo- borrón es Alexia Voulgaridou: correcta en lo canoro, parece increíble que se puedan cantar esos bomboncitos que son las arias de Liu con semejante desinterés. Una voulgaridad, vamos. El Timur de Alenxander Tsimbaliuk -más voz que otra cosa- cumple sobradamente y las tres máscaras funcionan muy bien.

¿Conclusión? Se le podrán poner muchos reparos al Palau Les Arts, pero a ver si hay teatro español capaz de ofrecer una Turandot así.

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