viernes, 3 de octubre de 2008

Café matutino con Felicity Lott

Hay que ver lo apañados que son estos ingleses: bajo el patrocinio de "Café de Colombia", el Wigmore Hall -una coqueta sala de aires modernistas muy cercana a la ruidosa Oxford Street- organiza una serie llamada "Sunday Morning Concerts" en la que, los domingos a las 11:30 de la mañana, por un precio baratísimo (doce libras) para tratarse de un Londres, se puede disfrutar de excelentes recitales de música de cámara. A mí me tocó escuchar en mi fin de semana londinense a una tal Felicity Lott. Ahí es nada.

Me habían dicho que esta señora se encontraba mal de voz. Pues no: sin dudar que haya sufrido algunos altibajos, en su recital junto a la pianista Angela Lewitt demostró encontrarse bastante bien para su edad. Y lo que desde luego conserva intacta es su figura, su elegancia entre coqueta y picarona y esa peculiar capacidad para mostrarse señorial sin perder la modestia ni la cercanía que la convirtieron en una diva -en el buen sentido- de primera magnitud, de esas que cuando salen a escena hacen que todo gire a su alrededor.

Por eso me importó poco que, como ya se sabía, el mundo del lied no es lo que mejor se le da Dame Felicity, y que ni en el Frauenliebe und -leben de Schumann ni en los Rückertlieder de Mahler (vaya dos obras maestras, por cierto) terminara de profundizar en el significado último de cada página ni de alcanzar toda la necesaria variedad expresiva: la musicalidad, la elegancia, la frescura y la naturalidad estuvieron plenamente garantizadas. Y en las Cuatro canciones sobre textos de Toni Morrison escritas por André Previn -una música muy menor, como todas las de esta grandísima batuta- ofreció una asombrosa sinceridad y hasta fue capaz de destilar un adecuado aroma jazzístico cuando fue necesario.

Me decepcionó un tanto el acompañamiento de Angela Hewitt, gran pianista en Bach pero no muy inspirada en este repertorio. Se limitó a acompañar con solvencia, musicalidad y una gran fluidez, pero sólo algunos detalles creativos hicieron asomarse a la admirable artista que lleva dentro. Fabuloso el cada día más pujante violonchelista Daniel Müller-Schott junto a las dos señoras en la obra de Previn.

Al terminar el concierto se ofreció a todos los asistentes bebida gratis, a escoger entre café de Colombia y vino de Jerez. Yo hice honor a mi tierra y me tomé uno dulce. Y cuántas facilidades a la hora de acercarse a los artistas y pedir un autógrafo. Lo dicho, estos ingleses están en todo...

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