Ningún esfuerzo por parte del Villamarta a la hora de promocionar el concierto de hoy viernes 9 en el que la Orquesta Ciudad de Granada interpretaba la Serenata para cuerdas de Josef Suk y la Sinfonía nº 14 de Dimitri Shostakovich. Ni siquiera la presencia de Federico García Lorca entre los poemas seleccionados por el ruso parecía interesar al concejal de cultura ni al nuevo director del teatro cuando presentaron la programación. Lógico: mientras que el primero procede del mundo de las cofradías y no parece guardar interés por la música clásica, el segundo viene –siendo jerezano– del Teatro de la Zarzuela y probablemente no es de los que escucha en su casa sonatas de Beethoven, sinfonías de Bruckner o cuartetos de Bartók. Como además este concierto venía en el pack del ciclo Andalucía Sinfónica que muy acertadamente ha preparado la Junta de Andalucía, es probable que su presencia no le pareciera relevante frente a otras propuestas de la programación que sí han sido preparadas por él.
Lo cierto es que la interpretación en Jerez de la acongojante partitura del compositor ruso era un acontecimiento cultural que demandaba, además de la presencia de las autoridades municipales pertinentes para respaldar la propuesta, una promoción a la altura de las circunstancias. Pues no: solo una rutinaria y poco estimulante nota de prensa sobre este espectáculo y el del día siguiente (leer aquí). ¿Notas al programa? Ninguna. Solo una hojilla con las obras interpretadas y –por detrás– el currículo de la orquesta, que no del director ni de los dos solistas. Bochornoso, además de una falta de respeto a los artistas invitados. En cuanto a la cantidad de público, creo que se cubría en torno a la mitad del aforo: no ha estado mal, pero a quince euros la butaca –precio único– debería haber habido mucha más gente.
Con todo, quedan dos motivos para mantener la esperanza. Uno, que se ha ofrecido la absolutamente imprescindible sobretitulación en Shostakovich. ¿Cosa de la dirección? En parte sí, pero supongo que mucho habrá tenido que ver el empeño de que se siga haciendo esto por parte de quien realiza esta labor desde los primeros tiempos del Villamarta tras su reapertura: Julio Lozano. Como siempre, su labor ha sido de una habilidad portentosa en lo que a sincronización se refiere. Lo que no sé es si la formidable traducción de los textos ha sido cosa suya –me consta que con frecuencia ha tenido que ingeniárselas– o venía con la orquesta desde Granada.
El otro motivo es para guardar en la memoria: monumental éxito entre el público de la sinfonía de Dimitri Dmítrievich. Esperable si se hubiese tratado de la Quinta, la Séptima o incluso la Décima, claro está, pero es que estamos hablando de la Decimocuarta. Yo esperaba aplausos corteses, solo eso. Me equivoqué: hubo entusiasmo manifiesto que desembocó en aplausos por sevillanas que hicieron el delirio de los intérpretes. Grande la música de Shostakovich, desde luego. Muy necesaria, políticamente necesaria, en los tiempos que corren. Y por completo comprendida por el público que allí se encontraba. Sí, Dimitri Dmítrievich, hay motivos para la esperanza.
Mañana diré algo sobre las interpretaciones propiamente dichas. Adelanto que fueron buenas, sin más.
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