sábado, 5 de octubre de 2024

Es la publicidad, ¿no lo veis?

Se preguntan algunos ingenuos cómo es posible que discos abiertamente flojos salgan muy bien parados en las revistas especializadas. ¿De verdad hay que responder esto aquí? Pues por qué va a ser, hombre, por qué va a ser: por la publicidad que pagan las casas discográficas, Sony Classical entre ellas. Miren las páginas impresas de las revistas y/o los banners de sus respectivas webs, y luego comprueben lo que dice el crítico de turno en su imparcialísima reseña.

Ocurre en España, ocurre ahí fuera, ha ocurrido siempre y seguirá ocurriendo. Las revistas están para lo que están: para ofrecer el mayor margen de beneficio económico posible a su propietario. Y alguno hay por ahí de una publicación muy, pero que muy veterana que, me consta, está forradísimo. Del asunto de las Guías Penguin mejor hablamos otro día.

2 comentarios:

Javier dijo...

Nada nuevo sobre la faz de la tierra. Pagar dinero por promocionar o hacer sonar música en los medios audiovisuales ha sido y sigue siendo una práctica habitual de industria musical. Sony, Emi, Warner y Universal ya tuvieron que llegar a sendos acuerdos extrajudiciales para esconder sus vergüenzas. Emi estuvo judicializada durante largo tiempo por procedimientos derivados de la payola - pagar por sonar-. El grupo PRISA y todo su conglomerado audiovisual llegó a poseer una empresa de derechos musicales editoriales denominada Nueva Edición S.A.
El hombre siempre ha tenido una extraordinaria habilidad para hacer chanchullos y estás practicas que bordean la ilegalidad no se extienden únicamente a la radiodifusión y medios impresos, sino que alcanzan a las plataformas musicales en las que se ceden derechos de la propia música para promocionar la música. En los términos que nos ocupan, estás revistas ya no son ni la sombra de los que fueron y lógicamente mantienen prácticas y vicios del pasado.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Exactamente es así, Javier. No es que la crítica esté toda comprada, en absoluto, pero sí que el dinero compra muchas críticas.

En España el caso más famoso y evidente es el de Fotogramas. Si la distribuidora pone mucha pasta, la crítica ha de ser positiva sí o sí. El responsable pregunta a una serie de críticos qué les ha parecido ola película, y le encarga la reseña a quien más le haya gustado. El crítico no miente, pero la revista está haciendo trampas.

En el caso musical, el premio al mayor descaro se lo lleva Ritmo. Para concretar, el Ritmo de los últimos años, el que tiene a Gonzalo Pérez Chamorro como redactor jefe. Sony es la discográfica que más publicidad inserta. Cuando sale un disco de este sello, se lo manda a alguien que lo vaya a poner por las nubes con seguridad. Si no hay nadie con el perfil idóneo para eso, o sencillamente el lanzamiento es muy importante, el propio Pérez Chamorro es el que escribe. Y escribe exagerando, ocultando parte de la verdad o siendo abiertamente falso: quienes tuvimos la oportunidad de conocerle sabemos bien sus gustos y les pillamos las insinceridades al instante.

El disco este de Thielemann/Levit tiene que salir puesto por las nubes en todas las revistas por obra y gracia de Sony Classical. Eso es así. En Ritmo casi seguro escribirán la reseña Pérez Chamorro o su íntimo amigo Javier Extremera, muy acrítico entusiasta de Thielemann. Yo he escuchado la mitad del lanzamiento y no he podido seguir con la cosa. Mi tiempo vale demasiado como para ponerme a escuchar un Brahms blandito y sin estilo.

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