¡Menuda restauración le ha hecho los señores de Warner a la Madama Butterfly que grabó Sir John Barbirolli para EMI en el Teatro de la Ópera de Roma allá por 1966! Escuchado el streaming de alta resolución, la música ofrece una presencia, una naturalidad y una vida sorprendentes para tratarse de un registro de cierta antigüedad. Los graves suenan redondos, ricos en armónicos. Los agudos son prístinos y el soplido de fondo apenas se nota. Por otra parte, la toma original recogía una gama dinámica suficiente y estaba atenta al equilibro de planos. Así las cosas, es una verdadera experiencia escuchar la labor del maestro londinense al frente de la orquesta romana. No solo todo está en su sitio, sin desajuste alguno: es que el análisis de líneas y planos sonoros es un prodigio, lo mismo que la sensibilidad a la hora de difuminar o afilar timbres según proceda.
Desde el punto de vista expresivo, podría pensarse que el adusto y dramático Sir John carga las tintas. No es del todo cierto: aunque el tercer acto va destilando poco a poco una atmósfera de lo más negra hasta alcanzar en la conclusión unas dosis considerables de desgarro, hay también muchísimo de delicadeza, sensualidad y lirismo en su lectura. Y hay, sobre todo, eso tan difícil de definir como inconfundible que se llama cantabilità. Karajan –en el registro con Freni– ofrecerá mayor opulencia sinfónica y refinamiento tímbrico, Sinopoli –también con la de Módena– tratará las texturas con magia insuperable y derrochará elevada poesía, pero Barbirolli supera a ambos en lo que al tratamiento “vocal” del fraseo se refiere: esa manera tan singular de trazar los arcos melódicos es justamente la que asociamos con el canto de Carlo Bergonzi, no en balde el Pinkerton de este registro. Matizadísimo, por cierto, aunque yo prefiero una visión menos complaciente del personaje.
En cualquier caso, lo que importa del elenco es que Renata Scotto es una de las más grandes recreadoras de Cio-Cio-San. Canta muy bien –algún sobreagudo gritado importa poco–, pero lo sobresaliente es cómo esta señora otorga credibilidad dramática a su personaje, marcando su evolución sin caer en la más mínima concesión de cara a la galería. Con ella no hay lugar para la fragilidad, para el ternurismo, ni para la lágrima. Ni siquiera se humedecen los ojos. Pero la Scotto nos deja, literalmente, con el corazón en un puño. Todo ello ofreciendo una visión muy convincente del personaje, todo dignidad y entereza. Aunque no podemos olvidar el timbre más cremoso y el canto más mórbido de la inolvidable Freni, aquí hay una Butterfly de referencia.
Anna di Stasio es una Susuki tan sólida como impersonal. Rolando Panerai hace un Sharpless lleno de humanidad, y Piero de Palma acierta por completo con un Goro en absoluto histriónico ni caricaturizado. En fin, un registro indispensable que gracias a la tecnología recupera ahora todo su esplendor.
6 comentarios:
Para mí la grabación de Madama Butterfly ideal sería con Barbirolli a la batuta, la Filarmónica de Viena y los cantantes de la grabación de Karajan: Freni, Pavarotti y Ludwig.
Estimado Fernando:
¿Esta remasterización es la misma a la usada en la caja Warner dedicada al director?
Saludos!
P.D: Esperando ansioso su comparativa del Primer Concierto para piano de Tchaikovsky.
Sí, Cristian, esta remasterización es la misma de la gran caja Barbirolli.
Me temo que Tchaikovsky tendrá que esperar. Hay varias importantes que quiero escuchar de nuevo, como las de Gilels/Mehta y Kissin Karajan, más algunas que no conozco como las de Odgon/Barbirolli o Leonskaja/Masur.
Magnífica crítica de esa maravillosa Butterfly. Permíteme, Fernando, que te haga unas puntualizaciones: es Piero de Palma (error frecuentísimo el "di") y que discrepe en un punto: no creo que "adusto" se avenga al temperamento de Barbirolli. ¿Acaso es posible escuchar una versión de Peer Gynt que nos haga derretirnos más de intensísima emoción? ¿Quién alcanza, ni de lejos, la cantabilidad de su Obertura Académica de Brahms con la Filarmónica de Viena?...
Y añadir algo que a algunos les pueda extrañar: la escena final de Butterfly mejor cantada y a la vez más emocionante, hasta la extrema desesperación, que haya escuchado jamás es la de Montserrat Caballé en su recital Puccini maravillosamente dirigido (¿quién lo esperaría?) por Sir Charles Mackerras.
Angel Carrascosa.
¡Gracias por la correción, Ángel!
Barbirolli sí que me parece adusto, en el sentido de que nunca se recrea en la belleza sonora en sí misma y que no intenta seducirnos a través de ella, al tiempo que le gusta acentuar hasta cierto las sonoridades ásperas y los aspectos dramáticos de lo que tiene entre manos. No me parece que ello se contradiga con su maravillosa capacidad para cantar las melodías.
Sin ser especial fan de la Caballé, estoy de acuerdo con lo que dices de esa escena final, verdaderamente sublime. Añadiría que ese disco con Mackerras es uno de los mejores recitales líricos que yo haya escuchado en mi vida.
Con lo que dices de que Barbirolli no se recrea en la belleza sonora en sí misma no puedo estar más de acuerdo.
Pero mira cómo la Real Academia define "adusto": "Seco, severo, desabrido".
Ángel Carrascosa.
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