jueves, 23 de febrero de 2012

Rachmaninov por Vasily Petrenko: soberbia grabación

Aunque este compacto grabado entre 2008 y 2009 por el sello Avie contiene interpretaciones de muy alto nivel, lo que más sobresale en él es una circunstancia técnica, pero no precisamente poco importante para este repertorio: la toma sonora es sensacional, la mejor sin duda -incluyo aquí las lecturas de Dutoit para Decca- de la que se han beneficiado esas dos acongojantes obras maestras del romanticismo tardío más decadente y desatado que son La isla de los muertos (1908) y las Danzas sinfónicas (1940) de Sergei Rachmaninov. Su pureza tímbrica, claridad de planos, redondez y naturalidad hacen de la audición una experiencia realmente placentera. Pero insisto en que el nivel artístico es también muy alto.

Petrenko Rachmaninov

El aun joven Vasily Petrenko (San Petersburgo, 1976) acierta sobre todo en la tímbrica, adecuadamente oscura y rocosa, incisiva cuando debe y muy atenta a la hora de otorgar particular relieve a las maderas graves con intensas sombras. Triunfa también a la hora de delinear la arquitectura: pocas veces se han escuchado más líneas instrumentales y detalles interesantes aquí y allá en estas partituras. En lo expresivo es donde se queda Petrenko un tanto corto, pues aunque los aspectos dramáticos están reflejados de manera admirable, los más sensuales resultan un tanto relegados. La Royal Liverpool Philharmonic, por su parte, realiza un espléndido trabajo, aunque ni su cuerda es tan sedosa ni sus vientos tan suntuosos como la de las orquestas realmente grandes (Concertgebouw, Philadelphia) que han grabado este repertorio.
Concretando un poco, La isla de los muertos conoce una interpretación mucho antes rebelde, dramática e incluso nihilista que ensoñada, y por ende no resulta muy sensual pero sí llena de desgarro. Pueden preferirse otras opciones, pues, pero a mí esta es la que más me gusta, y por ello solo las grabaciones de Previn (EMI) y Svetlanov (BBC), quizá también la de Dutoit (Decca), me parecen en conjunto más convincente que la de Petrenko. Solo quiero reprochar alguna frase en los violines que se me antoja algo blanda.

En las Danzas Sinfónicas, una obra brillantísima y fabulosamente orquestada, pero con mucho más fondo del que parece, el director ruso da en la diana a la hora de atender a sus aspectos más extrovertidos gracias a una tensión perfectamente controlada y a un sentido danzístico de adecuada rusticidad. Por desgracia no convence tanto en los pasajes melancólicos, porque su obsesión por ser original y lucir al mismo tiempo su espléndido dominio de la agógica le hace incurrir en un fraseo un tanto artificial, rebuscado e insincero. Aquí sí que hay competencia discográfica, desde Previn (EMI) hasta Jansons (mejor EMI que RCO) pasando por el referencial Ashkenazy (Decca y Exton). De propina, una interpretación de esa página juvenil y menor que es La roca (1893) de trazo firme y un clímax muy rocoso -nunca mejor dicho-, pero sin toda la sensualidad posible. ¿Disco recomendable? Pese a los reparos yo creo que sí. Y por el sonido yo diría que casi obligatorio.

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