martes, 30 de diciembre de 2008

El segundo Mesías de Harnoncourt

Tenía ganas de escuchar este nuevo Mesías de Harnoncourt, grabado en vivo en el Musikverein vienés con magnífica toma de sonido por Deutsche Harmonia Mundi en diciembre de 2004, a ver si cambia la cosa con respecto al registrado para Teldec más de dos décadas atrás, que como ya indiqué el artículo colgado más abajo (enlace) me pareció más bien fallido. Pues no: más de lo mismo.


El ya mítico músico alemán, sin duda excepcional como teórico de la interpretación pero a día de hoy un tanto superado como director, vuelve a insistir en la fusión de los instrumentos originales de su Concentus Musicus Wien -en número reducido, con escaso vibrato y todo eso- con un fraseo en buena medida tradicional, todo ello para aplicar un concepto expresivo que deambula entre la frialdad, los ataques de violencia gratuita "made in Harnoncourt" y la blandura más trasnochada. Al menos en la primera parte, que por su temática navideña es la que más se presta al "pestiño"; en las otras dos el pulso dramático se encuentra mucho mejor sostenido e incluso se pueden destacar algunos efectos dramáticos de buena ley que, no obstante, no logran remontar el vuelo de una interpretación que se caracteriza por su falta de tensión interna, su incoherencia, su irregularidad y su deslavazamiento.

No todo es negativo. La orquesta realiza una formidable labor: no es lo mismo el Concentus Musicus de ahora que el de antes, claro está. El fabuloso Coro Arnold Schoenberg es un auténtico placer para los oídos, incluso aunque no convenzan los parámetros expresivos en los que le obligan aquí a moverse. Christine Schäfer, Anna Larsson, Michael Schade y Gerald Finley están estupendos, particularmente la primera y el último de los citados. Gracias a todos ellos la interpretación sube bastantes enteros. Pero era de esperar que, con lo que ha llovido desde su primera aproximación a esta obra maestra, Harnoncourt hubiera aquilatado su visión inicial con una realización más vigorosa, sincera y apasionada, con menos dulzonería y con una creatividad menos excéntrica. Desde una óptica parecida, y sin resultar tampoco ideal, Paul McCreesh lo ha hecho bastante mejor.

Recomendaría a los escépticos que escuchen la reciente interpretación de Sir Colin Davis que comenté hace unos días (enlace) y la comparen con ésta: la del británico parece en no pocos números, sobre todo en los de la primera parte, bastante menos "romántica" que la de su colega. Estoy seguro de que si nuestro músico hubiera realizado esta interpretación con una orquesta grande y la hubiese firmado con seudónimo, muchos aficionados hubieran dicho que se trata de una aburrida y trasnochada lectura a cargo de un dinosaurio de la dirección orquestal cuya inspiración resulta bastante irregular, cuando en realidad se trata de Harnoncourt haciendo de.... Harnoncourt.

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